jueves, 5 de febrero de 2009

Impresión 1


La gente está distraída, actúa automáticamente. No se detienen bajo ninguna circunstancia que no lo amerite. Todos se encuentran en un estado de de letargo mental subconsciente, quizá, obligados. Tropiezan entre sí. Se insultan cuando alguien los saca violentamente de su refugio cerebral. Es normal, son verdaderamente incómodos los empujones repentinos. Se miran. Se escrutan. Todos somos juzgados fugazmente por algún par de ojos.



-Se le agradece a los señores usuarios no obstaculizar el cierre de las puertas ya que esto ocasiona retrasos innecesarios al tren.

En ese momento, alguno de los escuchas se ríe mostrando unos dientes deformes, alegre por haber podido entrar torpemente al vagón. Por haber entrado y haber ocasionado uno de estos retrasos de los que habla el conductor.

-Odio mi trabajo.



La mezcla de olores es tremenda. Hay una variada gama, para todos los gustos y disgustos. Perfumes baratos, de esos que imitan a otros. Bocas sin lavar (o mal cepilladas), de esas que apestan. Axilas sudadas, de esas que chamuscan vellos nasales. Gel para el cabello, de esos que lo pudren poco a poco. Vomito fresco, de esos que incitan a vomitar algo más desagradable aún. Cigarrillos, de esos que cuesta dejar. Comida, de esa que llevan en la mano o que acaba de ser engullida. Alcohol, de ese que no se despega hasta que uno se bañe. Huele a descontento, ese que todos llevamos por dentro inevitablemente.



-No, marico, yo le dije que fuese seria, que no era para tanto. Ella estaba clara de con quien se estaba empatando. Yo se lo dejé muy claro a la carajita esa. ¡No joda! Ella se arrecha por…

-…! Por favor! ¿Cómo puedes soportar a un carajo así? Eso es falta de autoestima. Tienes que quererte un poquito más, mamita. Yo, como tu amiga, te recomiendo que pienses bien las co…

-¡Coño de la madre! Chamo, que bolas. No me lo vas a creer. Volví a dejar preñada a Andrea y esta vez creo que quiere tenerlo, de pana y todo. Ya no sé que voy a hacer, rata. Estoy bien…

-…bienvenido sea entonces. Que bueno que ésta vez sí lo lograron. Me alegro mucho, mijita. Te lo mereces por tener paciencia y empeño en lo que quieres. Después de tantos intentos, ya era hora. ¿Qué nombre le vas a…

-¡Háblame, el mío! ¿Todo fino? Tenía tiempo sin verte, won, tas’ perdío.

Inevitables conexiones de discursos. Me gusta escuchar de más.



Me pregunto si la gente se da cuenta que, sin ninguna razón aparente, siempre hay un torniquete que absolutamente nadie usa…

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