viernes, 24 de abril de 2009

Así se hace un soneto

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.


De "La niña de plata"
Félix Lope de Vega.

jueves, 16 de abril de 2009

que hable tony

Su cara cansada, pálida y ojerosa; sus manos grandes y pesadas se acomodan incómodamente en un cuerpo regordete, recubierto de una piel café con leche, estriada en zigzags que a su vez esta protegida por una camisa blanca y un pantalón negro que resulta ser su uniforme de taxista. Todos los días, mientras cepilla sus dientes inunda el lavamanos de bilis, mientras estudia su rostro en el espejo intentando descubrir alguna nueva arruga, a veces con una tijera oxidada empareja su bigote con ligeros movimientos; otras veces se afeita un solo brazo para comprobar la automatización. Tony es un doliente del mundo moderno, en su época universitaria era un aguerrido ingeniero comprometido con su propia conciencia, iba a las cárceles a enseñarles engañosas doctrinas políticas a los profesionales de la sinceridad; hablaba del abuso del hombre y trataba a sus iguales de “burguesitos acomodados”, cuando sentía la inspiración recorrer el cadáver de sus ideas, escribía largos y noctámbulos poemas sobre amigos victimas del empalagoso suicido adolescente. Un día, Tony con su cuerpo regordete y su bigote aún juvenil, repetía agotadoramente su discurso sobre la conciencia social a su acompañante, para conseguir al final un poco de látex y vellos juntos en la misma epopeya, ese día estaba particularmente de acuerdo con su ideología y caminaba hablando con Ana sobre, la libre sexualidad, la igualdad entre hombres, la función de un bueno gobierno y otros asuntos, su apetito sexual era tal, que levanto del piso a dos indigentes morochos, de pelos sucios, uñas sucias y conciencia fermentada; envalentonado con su voz de partidista comenzó su dialéctica desafinada.
- Ustedes, deben saber que son iguales a todos y tienen derechos.
- Ustedes dos son producto de un sistema podrido por culpa de corruptos y salvajes, en un sistema diferente podrían optar por una vida digna.
Cuando termina la oración ambos indigentes se paran y sonríen con sus escasos dientes y uno con un balbuceo producto del desuso del vicioso lenguaje intenta dialogar, mientras el otro suavemente acariciaba un tenedor afilado que guardaba en uno de sus bolsillos
- ¿entonces yo soy igual que tú y tu amiga?
- Por supuesto, en un sistema justo todos tenemos los mismos derecho por eso luchamos nosotros
- ¿Y ese sistema justo depende del hombre?
- Claro, de hombres justos
- ¿Tú eres un hombre justo?
Antes de que Tony pueda exponer su respuesta, el indigente del tenedor se abalanza sobre Ana y con su tenedor bien afilado trincha con un movimiento lleno de gracia el ojo de ella que empieza a escupir sangre, se voltea y en un ensueño de ballet atraviesa la mano de Tony con el tenedor y grita con sus pocos dientes.
- Ves que nadie es igual gordo hijo de puta, yo ni soy igual a este cabrón parecido al lado mío. Tú tienes los condones en la boca y en los ojos. Todo es violencia y tú no tienes una mierda que decir, abusaron de ti y te sientes orgulloso. Esto es una gran declaración.
Después de este incidente, la precaria ideología de Tony desapareció, se retiro de la universidad, empezó a visitar burdeles en vez de hablar sobre los rojos, azules y negros de la historia para conseguir sexo. Al poco tiempo empezó a ganarse la vida en su carro como taxista, le dieron su uniforme y así vivió atormentado hasta hace pocas semanas que decidió enfrentar su situación, que tan ajena le era. Para solucionarla, compro un revolver, empezó a afeitarse el brazo derecho o el izquierdo cada cierto tiempo intentado producir alguna reacción, pero ninguno de sus colegas lo notaban.
Tony cansado y desesperado pensaba que hacer con el revolver, tenía meses en la guantera cargado sin ser usado, daba vueltas a la ciudad, cuando dos morochas pararon su taxi, inmediatamente se subieron en la parte de atrás y empezaron a hablar entre ellas sobre sus enamorados y alguna otra ensoñación, mientras los cadáveres añejos de las ideas de Tony se movieron epilépticamente, este desacostumbrado a este movimiento neuronal las veía por el retrovisor, mientras planeando paso a paso todos sus movimientos, manejaba kilómetros con sus torpes manos sudando y su bigote temblando de nervios, al llegar a un punto suficientemente oscuro de la vía, busco en la guantera su revolver plateado y sin serial, las apunto mandándolas a bajar del vehículo, las dos obedecieron disciplinadamente entre miradas incompletas de pánico, las mando a sentar al lado de la defensa; él hiperventilaba y para disimular los quiebres de su voz, gritaba.
- ¿qué tienen que decir? ¿Qué tienen que decir?
Al unísono, las dos con una voz mas confiada que la de Tony.
- No nos mate señor por favor.
- ¿Qué pueden decir? Que se puede decir, que no se halla dicho nunca.
- No se señor, pero no nos mate, no nos mate.
Tony desesperado, apunta su revolver al cuerpo de una de ellas, y con el otro brazo se cubre la cara, disparando varias veces sin acertar, las dos corren y se pierden de vista en las oscuras curvas, antes de que él descubra su cara para observar, su nuevo fracaso.

Abatido y cansado revisa su revolver que ahora tenía tres balas menos, acelera su pequeño carro blanco a través de las curvas sintiendo el viento aplastar su calva senil, su expresión cambia junto con las pulsaciones de su corazón, sus pupilas se inundan de sangre y sus uñas agrietan la imitación de cuero que recubre el volante, en ese momento un muchacho de camisa marrón mueve enérgicamente su brazo, Tony detiene el vehículo frente al joven y le pregunta histéricamente
- ¿qué tienes q decir? ¿qué es lo nuevo que tienes que decir?
Responde con voz dudosa
- hay q salvar al mundo, la capa de ozono ahorrar energía.
Tony eufórico saco de la guantera la pistola y empezó a disparar, apretaba el gatillo iracundo una y otra y otra vez, nada más disparo tres veces pero lo apretó el doble o el triple para conmemorar su logro, luego arranco a la velocidad indicada y manejo sospechosamente bien durante todo el camino hasta llegar a su casa para dormir con una profunda sonrisa.
Hoy Tony no llenaba el lavamanos de bilis con quejas, su bigote brillaba, su calva se disimulaba, recargo el revolver sentado en su cama, mientras veía su barriga más pequeña, sus piernas más musculosas, la cicatriz del tenedor de hace tanto hoy había desaparecido, su cara le repetía algo, así decidió no ir a trabajar para dedicar un día completo a su pasatiempo, manejo hasta las afueras de la ciudad usando todos los espejos del carro, para estudiar su nuevo e impresionante estado de bienestar, cuando un joven manco gritaba – taxi!! Taxi!! Mientras agitaba su elegante muñón en el aire, Tony decide usar la misma fórmula pero esta vez con el pequeño revolver en el bolsillo
- ¿qué tienes que decir? ¿Qué es lo nuevo que tienes que decir?
El manco cambia su expresión de letargo por una sonrisa, Tony saca el áureo revolver de su bolsillo y lo apunta torpe pero decididamente, el joven manco con voz benevolente buscando algo en su bulto señala “todo esta permitido”; en pocos segundos su brazo derecho sostiene con su única mano su otro brazo lleno de llagas, tostado y firme; con la destreza de la incapacidad golpea con su extremidad amputada la muñeca del pistolero, el revolver cae al piso al momento que Tony recibe la palmada de una mano muerta en la cara que rocía el tablero del carro con geométricas gotas rojas, el manco golpea tres o cuatro veces mas la cabeza y el pecho con lo que era su brazo izquierdo al tiempo que Tony intenta bajar del vehículo para enfrentarlo, el agresor deja de golpear para apartar el revolver y alejarlo de la acción, Tony se incorpora y su gran barriga cae como las gotas que corren por sus parpados y nariz, nuevamente el diestro golpea fuerte en los hombros también en la barriga, Tony aturdido babea el crudo asfalto que lo recibe duramente cuando cae, sigue golpeando el manco hasta dejar inconciente al ensangrentado taxista, se sienta sobre su cuerpo y con su muñón golpea cariñosamente la cara de este, guarda su brazo en el bolso y saca un cortaúñas que tenia una flor amarilla y unas grandes letras en relieve “ para chicas como tú” -ahora empezaras a ver- con la única mano que operaba desmenuzo poco a poco el parpado de Tony, los labios del cortaúñas masticaban poco a poco la fina membrana dejando al descubierto el globo ocular que se movía epilépticamente y que no tenía nada que decir.

martes, 14 de abril de 2009

"El Wao"

Por aquí decimos que esté es el lugar donde pasa lo imposible: nuestra cancha de fubolito. La gente que no es de por aquí dice que no es tan grande como la de otros laos, pero para nosotros es el equivalente al Monumental de Núñez (el monumental, el estadio de River… un equipo de fubol argentino… uno de los grandes de Argentina… ¿no?... franela blanca con rojo… ¿nada?... ¿el muñeco Gallardo?... ¿el burrito Ortega?... mmm… ¡Enzo Francescolli! ¡Por supuesto!). Aquí sucede lo imposible: paredes bicicletas pases patadas coñazos peleas penales paradas remontadas chilenas tijeras boleas palomitas en fin… todo lo que se puedan imaginar.
Y para los que siguen sin creer que aquí pasa lo imposible basta con que les cuente lo que llego antier: ¡UN CHINO NEGRO! Sí señores ¡UN CHINO NEGRO! ¡Y ADEMÁS GORDO! ¡Y CON EL PELO MALO! ¿CUÁNDO HAN VISTO A UN CHINO ASI? ¡POR DIOS! ¡No lo podíamos creer! El pana apareció de la nada, nunca lo habíamos visto. El bicho iba caminando por la avenida cuando lo vimos con los otros chinos invasores que, según se dice por aquí, vienen de contrabando encerrados en cajas con huequitos y que no saben nada de español sino los números y las cifras que aparecen en las calculadoras y que, por si fuera poco ¡nunca los puedes engañar metiéndoles un billete falso!
¡IMAGÍNENSELO! Eso fue lo que le pedí a mi mamá cuando llegue a la casa luego de joder otro rato en “nuestro monumental”… y para no perder la costumbre, no me creyó – tú siempre con tus vainas – fue lo que me dijo cuando le eche el cuento. Pero bueno, si a ver vamos, yo aun no lo podía creer.
Y bueno, pa´ vainas raras esta lo que paso en el liceo. Al profe de castellano le dio una vaina en el estomago luego de comerse una empanada piche del cafetín y no fue a clase por una semana, ¡era la gloria! Por cuatro horas en la semana hacíamos lo que queríamos en el salón, pero adivinen quien llego… la malparia gorda de la directora – ¡orden señores por favor!... se que han estado preocupados por la situación con el profesor Antonio, hasta ahora no se ha reportado, pero bueno señores como no podemos darnos el lujo de atrasarnos he aquí a su nuevo profesor… profesor Wao por favor pase adelante. Señores tengo el honor de presentarles al profesor Oscar Wao, él se hará cargo de esté curso en ausencia del profesor Antonio –
¿Cómo es la vaina? ¿El carajo que vimos el viernes cerca del “monumental” era profesor? ¿No vendía arroz ni lumpias? ¡Por Dios! Si no tomábamos en serio al profe Antonio (medio alto, medio delgado, medio catire… bueno varias veces escuche a las tipas del salón decir que era un papi) ¡que íbamos a estar parándole bola a esté pana! Es más, así hiciéramos el intento, (cosa que no hicimos) ¡era imposible! imagínense la escena: llega el pana al salón: wuenos días. Hoy vamos a vel “Lomeo y Julieta” O esto que era típico: ablan el liblo en la pagina tlentli tles.
¡CHINO, NEGRO, PELO MALO, GORDO Y PROFESOR DE CASTELLANO! ¡QUE GRAN CAGADA!
Escuche decir a las muchachas que El Wao les parecía lindo, algo extraño, pero lindo. Es más, durante las clases eran las únicas que no se burlaban cuando hacia preguntas como ¿Cuál es tu visión de la litelatula? (pregunta a la que por supuesto respondíamos con una carcajada) al contrario, le respondían pelándole los dientes las muy putas.
Durante mi semana de semanero paso lo más extraño. La profe de química (que por cierto, estaba podria´ de buena) me mando a buscarle unos talleres que había dejado en la sala de profesores, y obviamente no iba a dejar que se me pasara la oportunidad para salirme un rato del salón. Extrañamente la sala de profesores estaba vacía, no estaba ni la señora que limpiaba ni nada, así que me di una vueltita por ahí a ver que encontraba de interesante. De repente escuche algo raro que venia del baño de los profes – ¡verga están tirando! – fue lo que me imagine cuando me acerque un pelo para escuchar mejor. La imagen de la coordinadora o la psicóloga desnudas era demasiado arrecha como para no intentar, aunque sea, ver un poquito de esas enormes tetas moviéndose de arriba abajo, así que abrí un pelín la puerta para intentar ver algo, y la verdad es que me lleve una gran desilusión. Lo único que medio logre ver fue un pantalón enorme y un hilito dental rojo tiraos en el piso ¡que cagada!
En el salón la profe me pregunto que porque había tardado tanto, claro que no sabia que decirle – mejor anda a sentarte – me dijo y luego comenzó a repartir los talleres – ¿Abreu?, ¿Aguilera?, ¿Barrientos?, ¿Barrios?, ¿Bonilla?, ¿Canelón?, ¿Carrasco?, ¿Contreras?... ¿Contreras?... ¿Contreras?... – Aun esta en el baño profe – contesto una de las amigas en lo que Contreras abría la puerta para entrar al salón.
Naturalmente al sentarse, como a todas, uno logra ver algo de lo que traen bajo el pantalón que por lo general son pantaletas con Bob Esponja, besitos y vainas así, pero Contreras traía un sexy hilo rojo… ¡YA VA!... ¡YA VA!... ¿!ESE ERA EL HILO ROJO QUE ACABABA DE VER EN EL BAÑO DE LA SALA DE PROFESORES!?... NO NO NO… NO PUEDE SER.
Me pase la clase completa pensando en esa vaina hasta que sonó el timbre del receso. – ¿Qué te pasa papá? – Me preguntaron los panas, pero no les respondí y camine directo a la cantina. Ahí vi a Contreras junto a El Wao que por cierto traía las manos metidas en los bolsillos… ¡YA VA!... ¡YA VA!...
Otra vez nos quedamos sin profesor de castellano, luego de un par de semanas El Wao no volvió. Escuche varias versiones esta vez: que se fue a dar clases a otro lao, que tuvo que salir urgentemente para china, que el horario no le convenía, que lo botaron, pero con todas esas versiones a mi me gusta más pensar que le dio una vaina por la empanada piche que le puse junto a las otras dos que El Wao se comía.
Pedro Capón.

lunes, 13 de abril de 2009

62/modelo para desarmar a Paris, Viena, Buenos Aires, Londres, desarmar la ciudad para volverla un ente que camina, late y fuma, una ciudad resumida a una habitación de hotel, a una colilla de cigarrillo que golpea el asfalto y tiñe la mugre. 62/modelo para desarmar los relojes, que se derriten y forman un coagulo temporal y se tragan las palabras para llegar a la cornisa de cada párrafo, de cada frase y de cada palabra, con una sucesión mecánica pero blanda y caprichosa.
Pupilas dilatadas con la imagen de un cuadro de un Tallo de Hermodactylus Tuberosis, el mismo sabor añejo todos los días, humaredas, Hélène, un poco de aroma a sexo y a calle, los perfumes putrefactos, la mugre sublime que me arropa. Llega al metro que se desborda de seres hormiguescos que siguen el camino hacia el dinero (dulce terrón de azúcar, hoja de árbol). 62/modelo para armar/ Un boleto de ida/ Dirección/ Bajtín/ Las Adjuntas/ “Estación Antimano” (con sonidos de estática)/ Buenas tardes. Las montañas en la ciudad no esperan al sol para despertar, son adictas (como yo) de la contaminación y les gusta como se les ennegrece el nombre y el cuerpo, en la ciudad las cornetas me golpean al salir del Metro, porque son el coro infernal que penetra extenuado a mis oídos que aguardan ese suicidio a cuotas, Hélène tiene una opinión muy reservada sobre el daño de las cornetas, hasta siente que son un mal necesario, como siempre, Hélène me lleva la contraria agraciadamente. Por ahora bastará con una botella de vino y una caja de Marlboro rojo y las luces de la ciudad, además unos pulmones bien llenos de humo, se entienden de manera urbana y perfecta con unas montañas en medio de una ciudad (como la de todos), llena de circos y actores y luces y humo y ojos rojos. Menos mal, hay periódicos y cerveza, no todo está perdido.
De la misma manera Calac y Polanco discuten sobre golondrinas, mientras Juan piensa en la condesa, en cómo sus dientes desangran el cuello de una virgen, y poco importa lo que estas acciones tardaron solo importan que pasaron, solo importa que hay una condesa y golondrinas y por asociación un basilisco. Nace mi paredro, su paredro, el paredro, y viene con una caja y un caracol incluido, Osvaldo, y posee un aura paternal a larga distancia con una sabiduría aparentemente innata, es un símbolo burlístico, un constructo verbal desértico, que se explica a si mismo fonológicamente y mediante el avanzar en el texto.
Cruje la puerta y el aire se condensa, poco a poco mis manos van llegando al ápice, el tercer Marlboro en línea, al parecer alguien tuvo un accidente o se está muriendo, porque el sonido de la ambulancia invade el sonido del tecleo, invade el sonido de Tell hablando mientras se emborracha con Campari, el dolor de la persona que va en esa ambulancia podría convertirse en mi dolor, en el dolor de aquel joven en la cama del hospital, pero no, hoy el muro está armado, la ciudad cada vez me mata más por dentro, lo mata porque la ciudad está llena de humo, llena de cosas para matar (problemas políticos, tráfico, armas), y así las palabras se van diluyendo, se caen en el suelo y se dispersan, se le dificulta mucho recogerlas, ni las escobas funcionarían. Estoy cansado del humo, su sinuosidad ya no es tan interesante, ya volví a crecer, ya no quiero golosinas, sino vino (a pesar de lo malo que está).
En 62/modelo para armar (desarmar) su estructura solitaria se hace conocer burlándose de mí y de usted, estimado lector, invitándonos al sueño de infinidades que se golpean, cada vez que el pasar de las páginas da a descubrir un párrafo más bastante parecido en contextura al anterior. Mi paredro, la ciudad, Tell y Nicole, elementos actantes, recortes de periódico para un collage, que se burla de sí mismo, de su propia rebeldía y su diversidad, por la misma se vuelve un coagulo, una fábrica de prosa deliciosamente inconexa, un precipicio vertiginoso, un hilo melodramático, de los problemas de ir a la ciudad, hacer el amor o pintar gnomos para un libro infantil.
Quinto Marlboro en menos de media hora, poco a poco la respiración se hace pesada, me pesan las ideas, Alejandro decide dejar de fumar y entregarse al sopor, aún de lejos se sigue escuchando el sonido de la ambulancia ahogado por la distancia, Tell y Juan hacen el amor, se caen los párpados el sopor se hace presente, tercera copa de vino, poco a poco el cerebro se derrite en un magma de ideas, se derriten las ganas, el deseo de una compañía le atormenta, pero esta noche se que no vendrá nadie, porque nadie ha de venir hoy.
Pasos medios siguen un camino trazado de manera autómata, empiezan los saludos, Marrast fuma en su habitación de hotel, la puerta del ascensor dan entrada triunfal a la luz y a ladrillos que me esperan, para tener su razón de ser, lo esperan apacibles, Nicole deja los dibujos de gnomos a un lado. Las sombras me hablan de la mentira, me tiro en las profundidades del texto, Calac y Polanco discuten otra vez, poco a poco mis pasos se van desarmando y caen como un castillo de naipes, se me caen todas las miradas por un momento, el sabor del sol aliña mi caminar, lubricado por ventanales, el solitario instante de entrar, el solitario instante de sentarse en un salón de la Universidad Católica Andrés Bello.
Se ingiere el significante por las narices si es necesario, se desarma el espacio que se reduce a particularidades de cada palabra, que se conjugan en un abanico de significados hermafroditas. 62 (Rayuela), ácido ribonucleico, neuronas y ácido ribonucleico, pensamientos desarmados de manera vetusta, en un no saber consabido, Morelli se quedó sin tinta. Suecos y laboratorios. La ciudad está allá y Caracas está aquí. 62/modelo para armar está en el grafito y al lado de esta hoja (literalmente), Hélène está totalmente desarmada no tiene color de ojos ni de cabello y muy en el fondo es porque está en la ciudad, todos perdemos color cuando estamos en la ciudad.
62/modelo desarmado, los huesos salen a la luz.

sábado, 11 de abril de 2009

Cada mujer: un museo


Cada mujer es un museo, le dije mientras ella abría sus puertas y yo buscaba la obra perfecta en su interior. Nada encontré, sólo recorrí pasillos y pasillos de arte inútil y superficial.Cada mujer es un tiovivo, le dije, mientras dábamos vueltas y vueltas, ambos sonriendo para los fotógrafos. Flash-flash. Sólo eran apariencias que los retratos ayudaban a esconder.Cada mujer es un mapa, le dije, mientras yo intentaba trazar cartografías, nuevos caminos. Aunque todo está recorrido, uno pretende ser descubridor.Cada mujer es un punto fijo, insistí, mientras ella hacía maletas, guardaba su vida y se marchaba.- ¿Estás seguro? – cuestionó- Cada mujer – le aseguré- Nada de eso – corrigió.Cada mujer se aleja tarde o temprano, terminé por decirle, mirándola irse, dejándola ir.
Luis Humberto Crosthwite.

jueves, 2 de abril de 2009

7

Son las 10:00am, Agustín está a punto de despertarse.
-Maldito fracasado. Dice Bajtín desde la pared.
Ahora son las 10:15 y Agustín se despierta rápidamente como hace todas las mañanas. Se rasca los órganos reproductivos, va hacia el escritorio, saca un poco del polvo blanco del poder y lo inhala. De costumbres fijas y de insatisfacción necesaria, ordena una gran línea y la inhala con violencia:
¡Sniff!
En la nevera reposa el engrudo que preparó hace unos días. Esta mezcla consiste, entre otras cosas en: salsa de tomate, distintas variedades de tripas de vacas, colorante rojo, miel, gelatina, aceite y agua en cantidades adecuadas. Cada día que pasa en reposo va adquiriendo consistencia.
-Ni a Herschell Gordon Lewis le hubiera quedado tan bien. Piensa.
¡Sniff!
Revuelve su batido de sangre falsa repetidamente para que se vuelva más espeso, la deja en la nevera nuevamente y cierra la puerta. Camina en círculos por toda la habitación mientras piensa que hacer con semejante creación.
Se sienta frente a uno de sus lienzos incompletos con un chicle que consiguió debajo del escritorio, empieza a masticarlo para ver si cambia de color y descubre que no. El chicle es de color gris, con sedimentos de colores dudosos y grumos repletos de pelos. Agustín lo saca de su boca y lo coloca en el lienzo, en la parte que corresponde al ramaje de un árbol.
¡Sniff!
Mira hacia la única ventana de su habitación y sin darse cuenta aplastó una cucaracha inocente. En la calle no hay nada interesante que destacar; la panadería del portugués, el restaurante chino, la suciedad inminente de la calle, el bullicio, las cornetas, los peatones que caminan apresuradamente y las ratas. Agustín se da cuenta que si ve un poco más allá, resalta el cartel de uno de esos prostíbulos enmascarados que hay por ahí.
-Interesante. Piensa.
Decide ir en la noche para juzgar la calidad del lugar.
Se sienta en la silla de la computadora, enciende el monitor y revisa su correo. No encuentra nada interesante, casi nadie le escribe con frecuencia.
¡SNIFF!
-Maldito fracasado. Dice Bajtín desde la pared.