viernes, 6 de febrero de 2009


Cuando soy un salón desordenado, me como los pupitres y escribo en la frente de los alumnos, cuelgo la papelera del techo y le cuento chistes al pizarrón que se desternilla de la risa, apago la luz y prendo velas que se creen sombras.


Cuando soy un salón ordenado, cuento mis ladrillos, sumo, divido, multiplico y resto lunares al piso, es fácil, cierro los ojos y los miro con las pestañas. Cuando soy un salón ordenado, yo, me rasco las luces.


Si mi nariz no combina con mi lengua, ni mi cabello con mis vellos, entonces... ¿dónde debo ponerme las cejas?


Pienso. Pero soy un salón y también un pupitre.













1 comentario:

  1. Me encantó la foto del salón con aires bipolares, al igual que lo que él piensa.

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