jueves, 16 de abril de 2009

que hable tony

Su cara cansada, pálida y ojerosa; sus manos grandes y pesadas se acomodan incómodamente en un cuerpo regordete, recubierto de una piel café con leche, estriada en zigzags que a su vez esta protegida por una camisa blanca y un pantalón negro que resulta ser su uniforme de taxista. Todos los días, mientras cepilla sus dientes inunda el lavamanos de bilis, mientras estudia su rostro en el espejo intentando descubrir alguna nueva arruga, a veces con una tijera oxidada empareja su bigote con ligeros movimientos; otras veces se afeita un solo brazo para comprobar la automatización. Tony es un doliente del mundo moderno, en su época universitaria era un aguerrido ingeniero comprometido con su propia conciencia, iba a las cárceles a enseñarles engañosas doctrinas políticas a los profesionales de la sinceridad; hablaba del abuso del hombre y trataba a sus iguales de “burguesitos acomodados”, cuando sentía la inspiración recorrer el cadáver de sus ideas, escribía largos y noctámbulos poemas sobre amigos victimas del empalagoso suicido adolescente. Un día, Tony con su cuerpo regordete y su bigote aún juvenil, repetía agotadoramente su discurso sobre la conciencia social a su acompañante, para conseguir al final un poco de látex y vellos juntos en la misma epopeya, ese día estaba particularmente de acuerdo con su ideología y caminaba hablando con Ana sobre, la libre sexualidad, la igualdad entre hombres, la función de un bueno gobierno y otros asuntos, su apetito sexual era tal, que levanto del piso a dos indigentes morochos, de pelos sucios, uñas sucias y conciencia fermentada; envalentonado con su voz de partidista comenzó su dialéctica desafinada.
- Ustedes, deben saber que son iguales a todos y tienen derechos.
- Ustedes dos son producto de un sistema podrido por culpa de corruptos y salvajes, en un sistema diferente podrían optar por una vida digna.
Cuando termina la oración ambos indigentes se paran y sonríen con sus escasos dientes y uno con un balbuceo producto del desuso del vicioso lenguaje intenta dialogar, mientras el otro suavemente acariciaba un tenedor afilado que guardaba en uno de sus bolsillos
- ¿entonces yo soy igual que tú y tu amiga?
- Por supuesto, en un sistema justo todos tenemos los mismos derecho por eso luchamos nosotros
- ¿Y ese sistema justo depende del hombre?
- Claro, de hombres justos
- ¿Tú eres un hombre justo?
Antes de que Tony pueda exponer su respuesta, el indigente del tenedor se abalanza sobre Ana y con su tenedor bien afilado trincha con un movimiento lleno de gracia el ojo de ella que empieza a escupir sangre, se voltea y en un ensueño de ballet atraviesa la mano de Tony con el tenedor y grita con sus pocos dientes.
- Ves que nadie es igual gordo hijo de puta, yo ni soy igual a este cabrón parecido al lado mío. Tú tienes los condones en la boca y en los ojos. Todo es violencia y tú no tienes una mierda que decir, abusaron de ti y te sientes orgulloso. Esto es una gran declaración.
Después de este incidente, la precaria ideología de Tony desapareció, se retiro de la universidad, empezó a visitar burdeles en vez de hablar sobre los rojos, azules y negros de la historia para conseguir sexo. Al poco tiempo empezó a ganarse la vida en su carro como taxista, le dieron su uniforme y así vivió atormentado hasta hace pocas semanas que decidió enfrentar su situación, que tan ajena le era. Para solucionarla, compro un revolver, empezó a afeitarse el brazo derecho o el izquierdo cada cierto tiempo intentado producir alguna reacción, pero ninguno de sus colegas lo notaban.
Tony cansado y desesperado pensaba que hacer con el revolver, tenía meses en la guantera cargado sin ser usado, daba vueltas a la ciudad, cuando dos morochas pararon su taxi, inmediatamente se subieron en la parte de atrás y empezaron a hablar entre ellas sobre sus enamorados y alguna otra ensoñación, mientras los cadáveres añejos de las ideas de Tony se movieron epilépticamente, este desacostumbrado a este movimiento neuronal las veía por el retrovisor, mientras planeando paso a paso todos sus movimientos, manejaba kilómetros con sus torpes manos sudando y su bigote temblando de nervios, al llegar a un punto suficientemente oscuro de la vía, busco en la guantera su revolver plateado y sin serial, las apunto mandándolas a bajar del vehículo, las dos obedecieron disciplinadamente entre miradas incompletas de pánico, las mando a sentar al lado de la defensa; él hiperventilaba y para disimular los quiebres de su voz, gritaba.
- ¿qué tienen que decir? ¿Qué tienen que decir?
Al unísono, las dos con una voz mas confiada que la de Tony.
- No nos mate señor por favor.
- ¿Qué pueden decir? Que se puede decir, que no se halla dicho nunca.
- No se señor, pero no nos mate, no nos mate.
Tony desesperado, apunta su revolver al cuerpo de una de ellas, y con el otro brazo se cubre la cara, disparando varias veces sin acertar, las dos corren y se pierden de vista en las oscuras curvas, antes de que él descubra su cara para observar, su nuevo fracaso.

Abatido y cansado revisa su revolver que ahora tenía tres balas menos, acelera su pequeño carro blanco a través de las curvas sintiendo el viento aplastar su calva senil, su expresión cambia junto con las pulsaciones de su corazón, sus pupilas se inundan de sangre y sus uñas agrietan la imitación de cuero que recubre el volante, en ese momento un muchacho de camisa marrón mueve enérgicamente su brazo, Tony detiene el vehículo frente al joven y le pregunta histéricamente
- ¿qué tienes q decir? ¿qué es lo nuevo que tienes que decir?
Responde con voz dudosa
- hay q salvar al mundo, la capa de ozono ahorrar energía.
Tony eufórico saco de la guantera la pistola y empezó a disparar, apretaba el gatillo iracundo una y otra y otra vez, nada más disparo tres veces pero lo apretó el doble o el triple para conmemorar su logro, luego arranco a la velocidad indicada y manejo sospechosamente bien durante todo el camino hasta llegar a su casa para dormir con una profunda sonrisa.
Hoy Tony no llenaba el lavamanos de bilis con quejas, su bigote brillaba, su calva se disimulaba, recargo el revolver sentado en su cama, mientras veía su barriga más pequeña, sus piernas más musculosas, la cicatriz del tenedor de hace tanto hoy había desaparecido, su cara le repetía algo, así decidió no ir a trabajar para dedicar un día completo a su pasatiempo, manejo hasta las afueras de la ciudad usando todos los espejos del carro, para estudiar su nuevo e impresionante estado de bienestar, cuando un joven manco gritaba – taxi!! Taxi!! Mientras agitaba su elegante muñón en el aire, Tony decide usar la misma fórmula pero esta vez con el pequeño revolver en el bolsillo
- ¿qué tienes que decir? ¿Qué es lo nuevo que tienes que decir?
El manco cambia su expresión de letargo por una sonrisa, Tony saca el áureo revolver de su bolsillo y lo apunta torpe pero decididamente, el joven manco con voz benevolente buscando algo en su bulto señala “todo esta permitido”; en pocos segundos su brazo derecho sostiene con su única mano su otro brazo lleno de llagas, tostado y firme; con la destreza de la incapacidad golpea con su extremidad amputada la muñeca del pistolero, el revolver cae al piso al momento que Tony recibe la palmada de una mano muerta en la cara que rocía el tablero del carro con geométricas gotas rojas, el manco golpea tres o cuatro veces mas la cabeza y el pecho con lo que era su brazo izquierdo al tiempo que Tony intenta bajar del vehículo para enfrentarlo, el agresor deja de golpear para apartar el revolver y alejarlo de la acción, Tony se incorpora y su gran barriga cae como las gotas que corren por sus parpados y nariz, nuevamente el diestro golpea fuerte en los hombros también en la barriga, Tony aturdido babea el crudo asfalto que lo recibe duramente cuando cae, sigue golpeando el manco hasta dejar inconciente al ensangrentado taxista, se sienta sobre su cuerpo y con su muñón golpea cariñosamente la cara de este, guarda su brazo en el bolso y saca un cortaúñas que tenia una flor amarilla y unas grandes letras en relieve “ para chicas como tú” -ahora empezaras a ver- con la única mano que operaba desmenuzo poco a poco el parpado de Tony, los labios del cortaúñas masticaban poco a poco la fina membrana dejando al descubierto el globo ocular que se movía epilépticamente y que no tenía nada que decir.

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