martes, 14 de abril de 2009

"El Wao"

Por aquí decimos que esté es el lugar donde pasa lo imposible: nuestra cancha de fubolito. La gente que no es de por aquí dice que no es tan grande como la de otros laos, pero para nosotros es el equivalente al Monumental de Núñez (el monumental, el estadio de River… un equipo de fubol argentino… uno de los grandes de Argentina… ¿no?... franela blanca con rojo… ¿nada?... ¿el muñeco Gallardo?... ¿el burrito Ortega?... mmm… ¡Enzo Francescolli! ¡Por supuesto!). Aquí sucede lo imposible: paredes bicicletas pases patadas coñazos peleas penales paradas remontadas chilenas tijeras boleas palomitas en fin… todo lo que se puedan imaginar.
Y para los que siguen sin creer que aquí pasa lo imposible basta con que les cuente lo que llego antier: ¡UN CHINO NEGRO! Sí señores ¡UN CHINO NEGRO! ¡Y ADEMÁS GORDO! ¡Y CON EL PELO MALO! ¿CUÁNDO HAN VISTO A UN CHINO ASI? ¡POR DIOS! ¡No lo podíamos creer! El pana apareció de la nada, nunca lo habíamos visto. El bicho iba caminando por la avenida cuando lo vimos con los otros chinos invasores que, según se dice por aquí, vienen de contrabando encerrados en cajas con huequitos y que no saben nada de español sino los números y las cifras que aparecen en las calculadoras y que, por si fuera poco ¡nunca los puedes engañar metiéndoles un billete falso!
¡IMAGÍNENSELO! Eso fue lo que le pedí a mi mamá cuando llegue a la casa luego de joder otro rato en “nuestro monumental”… y para no perder la costumbre, no me creyó – tú siempre con tus vainas – fue lo que me dijo cuando le eche el cuento. Pero bueno, si a ver vamos, yo aun no lo podía creer.
Y bueno, pa´ vainas raras esta lo que paso en el liceo. Al profe de castellano le dio una vaina en el estomago luego de comerse una empanada piche del cafetín y no fue a clase por una semana, ¡era la gloria! Por cuatro horas en la semana hacíamos lo que queríamos en el salón, pero adivinen quien llego… la malparia gorda de la directora – ¡orden señores por favor!... se que han estado preocupados por la situación con el profesor Antonio, hasta ahora no se ha reportado, pero bueno señores como no podemos darnos el lujo de atrasarnos he aquí a su nuevo profesor… profesor Wao por favor pase adelante. Señores tengo el honor de presentarles al profesor Oscar Wao, él se hará cargo de esté curso en ausencia del profesor Antonio –
¿Cómo es la vaina? ¿El carajo que vimos el viernes cerca del “monumental” era profesor? ¿No vendía arroz ni lumpias? ¡Por Dios! Si no tomábamos en serio al profe Antonio (medio alto, medio delgado, medio catire… bueno varias veces escuche a las tipas del salón decir que era un papi) ¡que íbamos a estar parándole bola a esté pana! Es más, así hiciéramos el intento, (cosa que no hicimos) ¡era imposible! imagínense la escena: llega el pana al salón: wuenos días. Hoy vamos a vel “Lomeo y Julieta” O esto que era típico: ablan el liblo en la pagina tlentli tles.
¡CHINO, NEGRO, PELO MALO, GORDO Y PROFESOR DE CASTELLANO! ¡QUE GRAN CAGADA!
Escuche decir a las muchachas que El Wao les parecía lindo, algo extraño, pero lindo. Es más, durante las clases eran las únicas que no se burlaban cuando hacia preguntas como ¿Cuál es tu visión de la litelatula? (pregunta a la que por supuesto respondíamos con una carcajada) al contrario, le respondían pelándole los dientes las muy putas.
Durante mi semana de semanero paso lo más extraño. La profe de química (que por cierto, estaba podria´ de buena) me mando a buscarle unos talleres que había dejado en la sala de profesores, y obviamente no iba a dejar que se me pasara la oportunidad para salirme un rato del salón. Extrañamente la sala de profesores estaba vacía, no estaba ni la señora que limpiaba ni nada, así que me di una vueltita por ahí a ver que encontraba de interesante. De repente escuche algo raro que venia del baño de los profes – ¡verga están tirando! – fue lo que me imagine cuando me acerque un pelo para escuchar mejor. La imagen de la coordinadora o la psicóloga desnudas era demasiado arrecha como para no intentar, aunque sea, ver un poquito de esas enormes tetas moviéndose de arriba abajo, así que abrí un pelín la puerta para intentar ver algo, y la verdad es que me lleve una gran desilusión. Lo único que medio logre ver fue un pantalón enorme y un hilito dental rojo tiraos en el piso ¡que cagada!
En el salón la profe me pregunto que porque había tardado tanto, claro que no sabia que decirle – mejor anda a sentarte – me dijo y luego comenzó a repartir los talleres – ¿Abreu?, ¿Aguilera?, ¿Barrientos?, ¿Barrios?, ¿Bonilla?, ¿Canelón?, ¿Carrasco?, ¿Contreras?... ¿Contreras?... ¿Contreras?... – Aun esta en el baño profe – contesto una de las amigas en lo que Contreras abría la puerta para entrar al salón.
Naturalmente al sentarse, como a todas, uno logra ver algo de lo que traen bajo el pantalón que por lo general son pantaletas con Bob Esponja, besitos y vainas así, pero Contreras traía un sexy hilo rojo… ¡YA VA!... ¡YA VA!... ¿!ESE ERA EL HILO ROJO QUE ACABABA DE VER EN EL BAÑO DE LA SALA DE PROFESORES!?... NO NO NO… NO PUEDE SER.
Me pase la clase completa pensando en esa vaina hasta que sonó el timbre del receso. – ¿Qué te pasa papá? – Me preguntaron los panas, pero no les respondí y camine directo a la cantina. Ahí vi a Contreras junto a El Wao que por cierto traía las manos metidas en los bolsillos… ¡YA VA!... ¡YA VA!...
Otra vez nos quedamos sin profesor de castellano, luego de un par de semanas El Wao no volvió. Escuche varias versiones esta vez: que se fue a dar clases a otro lao, que tuvo que salir urgentemente para china, que el horario no le convenía, que lo botaron, pero con todas esas versiones a mi me gusta más pensar que le dio una vaina por la empanada piche que le puse junto a las otras dos que El Wao se comía.
Pedro Capón.

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