jueves, 19 de marzo de 2009

Martina y ella

Apropiada muerte en vida
Martina no consigue huída
Como aquella que succiona y no se detiene
Que vive horizontal y sin sostenes
En su penosa posición
Nadie escucha su opinión
Es parte de la prostitución
Llegan, se desvisten y ella recrea orgasmos ficticios
El aberrado sujeto desearía que Martina tuviera más orificios
No le interesa su cara triste, él quiere placer rudo
Martina lo acaricia completamente desnudo
y el hombre se siente a gusto con el dinero invertido
Decide tomar el control, sube la mano y la golpea, el muy pervertido
“Tú no dices nada, déjame tranquilo y empieza a gritar”
Ella, sin pausa, comienza a hacerlo cuando en realidad quiere llorar
No importa, no es el primero ni será el último, piensa
Ante aquel repugnante hombrecillo se siente un poco tensa
Martina gime, grita, (finge), es penetrada
El teatro del placer donde cuelgan mujeres violadas
Aquí lo que importa es el dinero, no las mariconadas
Ni Martina ni el resto de las prostitutas se quejan ante diabólicos clientes
Ahogada en la sumisión, no tiene otra opción, ni siquiera tiene dientes
Por lo menos ascendió unos pocos peldaños
Ya no duerme en la basura ni recoge latas, como hacía hace algunos años (24)
“Toma un poco, esto es poder”
Acepta un poco y comienza a oler
La intensidad del momento crece, casi instantáneamente
Ambos depravados siguen pudriéndose inevitablemente
Puta, ramera, cabaretera, perra, prostituta, meretriz o jinetera
A Martina no le interesan esos nombres, ella vende su cuerpo y es sincera
La aguja del reloj acaba de cambiar, ya se consumió aquella hora
Se detiene, se pone de pie, se coloca su ropa (por dentro llora)
El hombre se levanta, escupe en la alfombra, se viste y se retira
Martina se queda sola en su habitación
Son las 2:15 de la mañana: por hoy, no más prostitución, no más interacción
Recoge el dinero de la mesa de noche y abre la bolsa del poder
Martina pasa el seguro a la puerta, no más prostitución, no más interacción
El momento es propicio para caer
Martina coge su pipa, la llena de vida y comienza a fumar
El poder no es nada (sigue fumando) comparado con este lugar
Se escuchan gritos y placeres, Martina y la piedra comienzan a jugar

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