martes, 14 de julio de 2009

El filo de la azotea cortaba mis ojos, dividiendo la imagen entre lo opaco de la miseria y la hipocresia del dinero, yo era el gigante de pupilas dilatadas con grandes piernas de cemento. Temblaban mis pensamientos, y mis manos hacían un enlaze con el verdor de algunos ojos y de algunas hojas, puestas para mi y para todos. Yo quería el vacío, los bancos, las personas, los minutos, estaban abajo gritando y haciendome temblar de risa. El cielo se incendio y se volvió a apagar, de las nubes hize una radiografía de mis pulmones, que se hacen cada vez más grises como ellas, una gota me empapó, un rayo de sol me dio las fuerzas para ser más niño. Caí al piso, caí al hedor del desarrollo y el subdesarrollo, los pasos de las personas se hicieron más lejanos que nunca y sus rostros se hicieron vacíos y sus ojos se hicieron oscuros. Al final regresé al principio, y me di cuenta que mis pies se movieron pero yo no, pude sentir como la oscuridad me abrumaba y como mis manos se deslizaban por el verde de las hojas cada vez más, pero cuando mis ojos se apagaron volví a nacer en el mueble.

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